Manifiesto por una alimentación saludable y adecuada

en Latinoamérica y el Caribe

La alimentación saludable es un derecho universal reconocido desde 1948 por la Declaración Universal de Derechos Humanos. Sin embargo, comer es mucho más que ingerir nutrientes o alimentos. Es una práctica social, cultural, afectiva y, aun, la construcción y expresión de recuerdos. Comer es,
sobre todo, parte importante de nuestra salud.

A pesar de los avances relacionados con el hambre y la desnutrición, la obesidad y otros problemas de malnutrición han aumentado en las últimas décadas en Latinoamérica y el Caribe (LAC). Más del 50% de la población adulta de la región presenta sobrepeso y el 23% presenta obesidad. Todas esas personas poseen un riesgo mucho mayor de desarrollar diabetes, hipertensión, enfermedades cardiovasculares y algunos tipos de cáncer, enfermedades no transmisibles (ENT) que se encuentran entre las principales causas de muerte
en casi todos los países de la región.

Ya es un consenso en la comunidad científica internacional que el consumo excesivo de alimentos ultraprocesados está directamente relacionado con el aumento de peso y otras ENT. Estos productos son formulados a partir de grasas poco saludables, almidones refinados, azúcares, sal y aditivos que se agregan para resaltar las cualidades organolépticas de los mismos con el único objetivo de aumentar sus ventas. En LAC los productos ultraprocesados están presentes a lo largo de todo el territorio y son publicitados de manera exhaustiva. En la región, las ventas de dichos productos aumentaron 48% entre los años 2000 y 2013. Se estima que la venta de productos ultraprocesados en LAC es cercana a 129,6 kilos per cápita anuales.

Garantizar opciones alimenticias más saludables para la población es un paso fundamental para combatir este escenario. Pero eso no sólo significa promover cambios en el consumo, sino que también requiere reorientar las políticas públicas para crear sistemas alimentarios sostenibles y sensibles a la nutrición, que puedan proveer una adecuada oferta de alimentos saludables a toda la población.

Los países de LAC deben reforzar y ampliar sus políticas públicas para promover el consumo de alimentos saludables. Esto implica por un lado desincentivar el consumo de alimentos ultraprocesados, por ejemplo regulando su publicidad, promoviendo normas de etiquetado frontal de alimentos y aplicando impuestos específicos en bebidas azucaradas y otros alimentos ultraprocesados; y por otro, promoviendo políticas destinadas a aumentar el acceso, variedad y accesibilidad de los alimentos saludables, como los sistemas de compras públicas y su conexión con la agricultura urbana y periurbana, programas de alimentación escolar e implementación de circuitos cortos de producción y comercialización de alimentos, entre otras.

Además, se requiere un cambio profundo en los sistemas alimentarios actuales para garantizar su sostenibilidad y capacidad de proveer una alimentación nutritiva y accesible a todos, preservando los ecosistemas mediante un uso más eficiente y sustentable de la tierra y de los recursos naturales, y mejorando las técnicas de producción, almacenamiento, transformación y procesamiento de los alimentos.

Estos desafíos requieren aunar esfuerzos y competencias no sólo dentro de un mismo país, pero también entre países que conviven con realidades similares. La región de Latinoamérica ha hecho grandes avances en promover políticas de control del consumo de alimentros ultraprocesados como son la implementación del etiquetado frontal de advertencia en Chile, Perú, Uruguay y recientemente Mexico; los impuestos a bebidas azucaradas en Mexico; las regulaciones de publicidad de alimentos en Chile, etc. A su vez, hay ejemplos muy interesantes en cuanto a la promoción de alimentación saludable con las guías alimentarias de Brasil y Uruguay, los programas de apoyo escolar de Brasil, y otras iniciativas. Sin embargo, nuestro continente experimenta también tensiones en cómo compatibilizar sistemas alimentarios productivos y sistemas alimentarios saludables y sostenibles; presentamos también desafíos en no dejar a nadie atrás en esta tarea, especialmente a mujeres, poblaciones indígenas y otras minorías, concentrando LAC algunos de los países más inequitativos del planeta. Es por esto que creemos que debemos trabajar unidos en esta tarea si es que queremos lograr avances concretos y proponemos hacerlo a través de la conformación de la Comunidad de Práctica Latinoamérica y Caribe Nutrición y Salud (Colansa).

La misión de Colansa es contribuir al desarrollo de sistemas alimentarios saludables, sostenibles, equitativos e inclusivos que promuevan la mejora de la nutrición y de la salud de la población de LAC a través del aprendizaje colaborativo, la generación de conocimiento científico, el intercambio de información de calidad y estrategias efectivas, y el apoyo a la incidencia política.

Sistemas alimentarios saludables son aquellos que permiten una dieta diversificada, equilibrada y sana. Esto requiere la participación de distintos sectores de la sociedad tanto públicos como privados, esto es la academia, la sociedad civil, las instituciones públicas y privadas, y los gobiernos. Con diferentes niveles de complejidad, todos los sistemas alimentarios tienen la capacidad de producir los alimentos saludables necesarios para una buena nutrición y salud de las personas y que no causan enfermedades.

Un sistema alimentario sostenible es aquel que garantiza la seguridad alimentaria y la nutrición de las personas de tal forma que no se pongan en riesgo las bases económicas, sociales  ambientales de la seguridad alimentaria de futuras generaciones.

Con respecto a los sistemas alimentarios equitativos en términos de género, etnia, nivel socioeconómico y diversidad cultural, consideramos aquellos que incluyan acuerdos y mecanismos accesibles y transparentes, en cada parte del proceso desde la producción hasta el acceso a los alimentos y su consumo.

Finalmente, un sistema alimentario inclusivo es aquel en el que todos los miembros de la sociedad tienen la oportunidad de participar, tanto como consumidores o productores, generando una distribución equitativa de los beneficios.

Hay numerosas barreras y obstáculos que dificultan la acción y la adopción de medidas concretas que permitan que los sistemas alimentarios proporcionen dietas más saludables y mejoren la seguridad alimentaria y la nutrición. Entre ellas se incluyen la falta de reconocimiento del derecho a una alimentación adecuada, ausencia de priorización de políticas en favor de la nutrición en las agendas gubernamentales, los desequilibrios de poder en los sistemas alimentarios y los conflictos de interés con las industrias de productos alimenticios y bebidas no saludables.

La relación entre la industria de alimentos y bebidas, y la academia ha sido ampliamente documentada. Los resultados muestran que las investigaciones patrocinadas por la industria son susceptibles de presentar sesgos a su favor. La industria ha desarrollado diversas estrategias para promover la lealtad de los investigadores. Por ejemplo, el patrocinio a investigaciones relacionadas con los productos que comercializan, donativos para infraestructura y pagos de consultorías, entre otras. Por eso, los miembros de Colansa no mantendrán ninguna relación con la industria que pueda ser considerada conflicto de interés, para que Colansa y sus acciones sean libres, transparentes y focalizadas en el bien de la salud pública.

Enfocaremos nuestra investigación en las brechas de conocimiento sobre la implementación efectiva de estrategias basadas en la evidencia para mejorar los sistemas y los hábitos alimentarios. También recopilaremos evidencia sobre la efectividad de intervenciones factibles en países de bajos y medianos recursos. Además, Colansa contribuirá al diseño de estrategias efectivas para lograr la traducción de esa evidencia en acciones concretas y lograr una incidencia política de mayor alcance en la población de nuestra región.

Un aspecto propio de Colansa consiste en fomentar la interacción proactiva entre los investigadores en el campo de la investigación-acción y la investigación en implementación, y las personas y organismos que trabajan en incidencia política con el fin de potenciar capacidades y experticias, y así multiplicar las chances de lograr intervenciones efectivas en la lucha para mejorar la calidad de los sistemas alimentarios en nuestra región. La investigación-acción participativa permite reconectar la construcción social del conocimiento y la generación de evidencias científicas y sociales, a la promoción de cambios en las personas y los sistemas sociales y ecológicos.

Para logras sus objetivos, Colansa interactuará con el sector privado, el sector público, la academia, la sociedad civil, organismos multilaterales y organizaciones, instituciones y gobiernos internacionales cuya labor beneficia los sistemas alimentarios de LAC.

Colansa está abierta a la participación tanto de instituciones como de personas individuales que comparten el dominio de interés común de la comunidad y que están dispuestas a compartir sus perspectivas, conocimientos y experiencias en un entorno colaborativo y de interacción práctica. Colansa trabaja para alcanzar objetivos comunes, a medida que sus miembros aprenden, comparten conocimientos y experiencias, y trabajan para resolver problemas prioritarios comunes.

Aspiramos a que Colansa tenga un rol protagónico en la región como espacio de discusión plural, democrático, cooperativo e innovador en el ámbito de la alimentación saludable. Que sea un ámbito de referencia para la construcción de prácticas y saberes comunes para todos aquellos interesados en contribuir activamente a la mejora de los sistemas alimentarios en LAC, contribuir a la innovación, impulsar la vinculación entre países y promover la transferencia de conocimientos y habilidades para resolver problemas con abordajes multidisciplinarios.

Marzo, 2021.